La historia de una institución científica onubense- la Escuela de Capataces de Minas que, con el transcurrir de las décadas, desembocaría en Escuela de Peritos de Minas- nos da pie para investigar un poco sobre la influencia que ejerció este centro en el desarrollo científico y técnico de la geología y la minería de nuestra provincia.Estudiando esta historia con detenimiento veremos cómo, además, este centro-a través de los hombres encargados de conducirlo, entre los que merecen ser citados ilustres ingenieros de la talla de los señores Vázquez de Zafra, Prieto Carrasco, Fernández Balbuena y Delgado Brakenbury-ha tenido, a lo largo de un siglo de existencia, una importante influencia sobre la industria minera. Pero, vayamos a su génesis.
En el año 1873 se emprendía, bajo el patrocinio de una sociedad británica, el más fabuloso negocio de la minería europea en tiempos modernos: la compra, en la desorbitada cantidad para aquellas fechas de ochenta y siete millones de pesetas y por un espacio de noventa y nueve años, de las minas de piritas cupríferas de Minas de Riotinto.
Era lógico que, en una provincia como la nuestra, en la que existían cientos de registros mineros, aunque la mayoría no correspondieran a explotaciones de gran importancia, surgiera en la juventud estudiantil una gran inclinación hacia estudios que estuviesen íntimamente relacionados con la industria minera. Además, los británicos, propietarios de las principales minas de la provincia, empleaban en ellas personal directivo y auxiliar que desconocía por completo la sicología del obrero español. Esta circunstancia producía unas relaciones tensas de ambos elementos de producción- Capital y Trabajo-, con evidentes perjuicios para ésta y, por extensión, para la economía española.
Se hacía urgente, pues, especializar al obrero para que en el futuro pudiera alcanzar puestos intermedios entre los ejecutivos y la mano de obra española, que aceptaría de mejor grado una orden de otro español que la que le llegara procedente de un extranjero.
El rico terrateniente onubense, señor Vázquez López, en colaboración con los ingenieros de Minas, Sres. Cortés Ciceri, Pizarro y Gonzalo y Tarín, convencidos de esta necesidad y de la importancia que tendría en el futuro un centro docente del que salieran hombres especializados en la industria minera, comenzaron a gestionar ante las autoridades y las diversas compañías mineras de la provincia la creación de una Escuela para tal finalidad.
La Diputación Provincial aportó una subvención anual de cinco mil pesetas y el Ayuntamiento de Huelva, convencido de la utilidad y conveniencia de que se estableciera en Huelva una Escuela de Capataces de Minas se comprometió, en el desarrollo de la sesión del 1 de junio de 1900, a aportar un edificio donde se albergara ésta.
Este Centro se abre como Escuela de Capataces de Minas por Real Decreto de 22 de febrero de 1901, aprobándose su reglamento por Real Decreto de 6 de agosto de 1901, dependiendo de la Dirección General de Minas.
Su primer director fue Manuel Cortés Cicero, como hemos observado, confundador de la Escuela.
A través de las Actas Capitulares del 15 de marzo de 1901, quedamos enterados de dónde se ubicaba este edificio: Era-se decía en las citadas Actas-"... el piso bajo de la casa número 18 de la calle Castelar (actual calle Rico) que actualmente ocupa la Escuela Pública de niños que según los acuerdos adoptados, debe trasladarse al nuevo edificio de la calle San José".
Pero, este viejo inmueble (don Agustín Moreno y Márquez nos indica en sus Memorias que a mediados del siglo XIX ya se usaba como colegio),"no reúne-decían las Actas Capitulares del 6 de julio de 1901-las necesarias condiciones y que vistos los locales disponibles, los únicos que se consideran apropiados al objeto son la casa número 11 y 13 de la calle de la Rábida y el número 8 de la de Murillo, se acuerda en principio, gestionar el arrendamiento de dicho local, reservándose la Corporación resolver en definitiva una vez que sean conocidas las condiciones que el propietario de la finca fije para su arrendamiento".
El día 30 de abril de 1902 (1), el propietario de las tres viviendas, don Manuel Vázquez López, comunicaba a los munícipes de las obras de las casas "designadas para la instalación de la Escuela de Capataces de Minas en el día de hoy se había hecho entrega por el propietario del mencionado edificio solicitando el acuerdo capitular del 17 de julio de 1901, se acordó: Primero, el ayuntamiento se hace cargo, por espacio de un año, contando desde el día de la fecha. Segundo, el precio del arrendamiento es de 140 pesetas mensuales pagaderas por mensualidades vencidas".
En la calle Murillo de principios del siglo pasado, las casas se hallaban dispuestas sin ninguna regularidad, algunas de las cuales poseía su tachón de jardín y todas coincidían en su baja altura, ya que el mayoral de la diligencia habría podido tocar sin dificultad sus techos. Había solares a ambos lados de la vía con honores de huerta. Pues bien, en un viejo caserón situado en el número 8, que hacía esquina con la calle de la Rábida, se impartieron las primeras clases de estos estudios.
Las dimensiones del caserón que se había anexionado tres viviendas, le confería su importancia. No le llegaba mucha luz del exterior a causa de los barrotes y rejas de sus ventanas, que constituían una precaución necesaria. El edificio estaba coronado por una bandera que ondeaba perezosamente.
Durante años siguió siendo éste la sede de la Escuela de Capataces de Minas, previa renovación por un año del contrato de arrendamiento.
A la muerte de don Manuel Vázquez López, su hijo renueva el contrato, con fecha 12 de mayo de 1905, pero, en esta oportunidad, su duración alcanzaba los cinco años, según se recoge en las Actas Capitulares.
<<... Se acordó aprobar el dictamen que en su consecución arrendar las casa números 11 y 13 de la calle de la Rábida de la propiedad de Don Salvador Vázquez de Zafra en precio de dos mil doscientas cincuenta pesetas anuales por término de cuatro años, que se tengan presentes estos acuerdos en el primer presupuesto que se forme para aumentar las diferencias que resulten entre la cantidad consignada por esta atención y el precio del arriendo autorizándose al Sr. Presidente para que la Corporación firme la correspondiente escritura pública...>>
En este caserón continuó funcionando durante años la Escuela de Capataces, con la subvención de cinco mil pesetas de la Diputación y la ayuda económica del Ayuntamiento de Huelva de cien pesetas, tal como podemos apreciar en el diario "Odiel" del día 26 de agosto de 1936:
<<Se le concedió la subvención municipal de 100 pesetas a la Escuela de Capataces de Minas por parte del Ayuntamiento.>>
Antes, durante la República, la denominación del cargo de Capataz de Minas era la de Ayudante de Ingeniero.
Llega 1938 y durante los dos años últimos de nuestra contienda, la inactividad, lógicamente, es total. Se procura salvar las colecciones, textos y documentos de la Escuela, aunque algunos se pierden o son dañados irreparablemente.
Durante la posguerra, la Escuela se establece en un pequeño chalet de la Alameda Sundheim, que había sido la residencia de don José Sánchez Mora, representante en Huelva de la todopoderosa Compañía Minera de Riotinto, y que el Estado le había adquirido por trescientas sesenta y cinco mil pesetas.
Las diversas Compañías Mineras de la provincia colaboraron a la puesta en marcha de esta Escuela con varias miles de pesetas que se destinaron a la adquisición de material de enseñanza, un excelente laboratorio y una bien surtida biblioteca científica.
Constituían materias básicas para la consecución de esta Carrera la Aritmética y el Álgebra, la Trigonometría, Física y Química, la Mineralogía y Geología, el Dibujo lineal, geométrico y de construcción, la Metalurgia y Siderurgia, la Topografía y la Legislación Social. Todas estas asignaturas, se completaban con la Práctica de Análisis de minerales, de Mecánica y de Electricidad, levantamientos de planos topográficos y, en sus primeros años, el estudio de aguas subterráneas, geofísica, sismología y otras ciencias aplicables a la industria minera.
A través del diario "Odiel" del día 19 de mayo de 1949, vamos a conocer otros datos de la Escuela de Capataces:
<<Como conoce el lector, en Huelva existe la Escuela de Capataces Facultativos de Minas y Fábricas Metalúrgicas, una de las nueve escuelas de este tipo que funcionan en España dependientes del Ministerio de Industria y Comercio. Durante cuatro años preparan en ella sus estudios los que aspiran a obtener el título de Capataz Facultativo de Minas, título que se obtiene después de haber presentado una Memoria sobre un tema relacionado con la materia...>>
En la fecha señalada, la Escuela de Capataces Facultativos alcanzaba a Extremadura, Sevilla, Cádiz, Canarias y Baleares. Esta importancia, que se la daba el gran número de capataces facultativos de minas, hizo que se fundara en marzo de 1949-según podemos leer en el diario "Odiel"- la Asociación de Facultativos Capataces de Minas que de inicios contaba con 78 socios que, con el transcurrir de los años, fue aumentando de manera notable. Como presidente ejerció don Manuel Caro Mora y actuó como secretario don José Pablo Martínez. Esta Asociación paso a ser lo que hoy es nuestro Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos de Minas.
En 1951, los titulados del centro que historiamos pasan a denominarse Facultativos de Minas. Seis años más tarde, pasa la Escuela a depender del Ministerio de Educación y Ciencia. En el año 1961 se gradúa la última promoción de Facultativos de Minas. La Escuela permanece cerrada durante un año y en 1962 reabre con la titulación de Peritos de Minas. De esta nueva titulación tan sólo salen dos promociones y a partir del año 1964 los nuevos planes de estudio otorgan la denominación de Ingenieros Técnicos de Minas, que se conserva hasta el día de hoy.
La historia de esta Escuela de Ingenieros Técnicos de Minas demuestra cuán importante han sido los estudios impartidos en esta escuela para el desarrollo económico y social de nuestra provincia. El historiador que la olvide, escribirá únicamente una parte reducida de la historia de Huelva.